La primera vez que vi esta serie documental me tomó tres capítulos darme cuenta de que no era una ficción, sino que narraba hechos verídicos. Y es que los sucesos de Wild Wild Country son, sin duda, difíciles de creer.

Esta serie se centra en la vida del maestro espiritual Osho y el impresionante movimiento que se gestó a su alrededor. Hablamos de miles de personas viajando a la India para escuchar sus charlas y seguir sus meditaciones. Eventualmente, esto llevó a la creación de una inmensa comuna en Pune (India) que sirvió de lugar de encuentro y sitio de sus enseñanzas.

Osho, nacido como Chandra Mohan Jain, se había hecho famoso en la década de 1960 por sus giras alrededor del país como orador y líder espiritual. Sus propuestas eran polémicas desde ese entonces: hablaba a favor de la libertad sexual, criticaba duramente las religiones tradicionales y se manifestaba en contra del movimiento de Mahatma Gandhi.

Osho saludando a los congregados

La historia empieza a tomar tintes surreales cuando el movimiento de Osho entra en conflicto con las autoridades de la India. Entonces, deciden mudar su comunidad entera a los Estados Unidos. ¿Cómo lo hicieron? Comprando montones de hectáreas de tierra en el diminuto pueblo de Antílope (Oregón).

Allí, fueron juntándose lentamente los seguidores del líder espiritual, quienes viajaron desde todo el mundo para comenzar a construir pequeños edificios y montar algunas carpas. Hacia 1980, la comunidad ya estaba fundada: se llamó Rajneeshpuram y se desarrolló de modo prácticamente independiente del gobierno estadounidense.

Para evitar spoilers (hasta acá fue solo una pequeña introducción) voy a darles algunas escenas y postales aisladas de la serie. Quizás al leerlas sientan que ya les adelanté lo mejor… pero no: hay más de donde vinieron estas.

Osho y su ataque bioterrorista

Siempre quise tener una máquina del tiempo para viajar al pasado y presenciar momentos clave de la Historia. Si por alguna razón mi sueño se cumpliera, definitivamente viajaría al minuto en el que un funcionario del gobierno de los Estados Unidos tuvo que comunicar al entonces presidente Ronald Reagan la situación en Rajneeshpuram. Un ataque biológico, diría, en Rajneeshpuram cometieron un atentado bioterrorista. Al principio, nos costará creerlo. Pero Wild Wild Country narra los eventos de Rajneeshpuram tanto con imágenes de archivo como con entrevistas a sus propios protagonistas. Estos testimonios intercalados le dan un halo de credibilidad a una historia que nos inyecta con una permanente sensación de esto-no-puede-haber-pasado.

Sin embargo: ahí está. La comunidad rajneesh en Estados Unidos existió, con caravana de Roll-Royce y todo. El movimiento iniciado y dirigido por Osho tomó una dimensión inesperada, creando uno de los más maravillosos ejemplos de comunidades internacionales voluntarias llevando adelante un proyecto utópico: crear su propia ciudad, un “arca de noé para la conciencia humana”, un refugio espiritual para evitar el “inminente suicidio en masa de la humanidad”.

En 1978 Edward Said publicó su famoso libro Orientalismo, donde critica la sistemática forma en la que occidente elabora una concepción prejuiciosa y errada de lo que es “el oriente”, construyéndolo como lugar de lo exótico, lo otro, lo peligroso, e incluso lo inferior o despótico.

Esta conceptualización del orientalismo, clave para entender los estudios poscoloniales, es trabajada desde entonces y es aplicable a numerosos estereotipos que nos atraviesan. Es así como llegamos a pensar oriente como el lugar de lo raro, lo necesariamente místico: una caravana de señores Miyagi enseñándole a Danieles Sanes alguna extraña sabiduría ancestral que, probablemente, tenga más que ver con nosotros mismos que con el oriente.

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